La lectura es un acercamiento del niño al libro de una forma lúdica, creativa y placentera. Supone un gran estímulo para su creatividad, imaginación, inteligencia, capacidad verbal y concentración. Los cuentos y libros ayudan a inculcar valores a los niños y a que los niños aprendan divirtiéndose. Es por esto que nuestra tarea es potenciar en ellos el gusto por la lectura, destinando un buen tiempo para ello.

Podemos diferenciar entre distintos tipos de lectura. Por un lado, la lectura mecánica tiene como objetivo obtener una visión general del contenido de una manera rápida, adivinando o prescindiendo de palabras desconocidas y despreocupándose de la estructura del texto. Otro tipo de lectura es la comprensiva, que tiene una visión más analítica del contenido del texto y sirve para interpretar y comprender de manera crítica el texto; el lector descodifica el mensaje, lo interroga, analiza, lo critica, etc. Además de las mencionadas, también tenemos la lectura expresiva, colectiva, realizada para la comprensión y disfrute tanto del lector como de los oyentes.

Los gustos de los niños cambian

Según la edad, las preferencias de lo que leen va cambiando. Los cuentos van dejando paso a relatos más complicados e historias con distintas tramas. Existe una serie de narraciones que resultan las más adecuadas, según las edades, y que sirven como guía inicial. Atendiendo a la edad, estas son las lecturas más adecuadas:

  • Hasta los 2 años, deberían ser cuentos con hojas duras, lavables, de tela o de juego, dando la posibilidad de manipular y obtener la idea de qué es un libro. En ellos, comenzarán a reconocer imágenes de objetos cotidianos y relacionarlas con las palabras, que irán adquiriendo significado a medida que van creciendo.
  • De 3 a 5 años, aparecen las historias con pequeñas aventuras, donde existe una trama argumental fácil, con un tema cercano al niño o que deje volar su imaginación, haciendo crecer su mundo imaginario. Este tipo de cuentos son manipulables, con solapas o desplegables. En su interior, encontramos poca letra e imágenes llamativas.
  • De 6 a 7 años es una edad en la que el interés del niño se puede enfocar hacia cuentos de personajes extraordinarios, de mucha acción, así como cuentos que presenten una fantasía de forma verosímil, o trama predecible con final sorprendente. Con estos cuentos, podemos trabajar, de manera más consciente, temas como temores personales, empatía, habilidades sociales, etc. Estos libros tienen más texto por página y menos dibujo.
  • De los 8 hasta los 10, aparecen historias más reales, con personajes más complejos, donde el lector se puede identificar fácilmente. Ya aparecen capítulos y problemas comunes a su edad.
  • A partir de los 11 años, son capaces de entender la ironía y el humor, aumenta el interés por los conflictos sociales, relatos sobre otras partes del mundo, autobiografías, juegos de vocabulario, situaciones de los adolescentes y narraciones de fantasía e imaginación.
  • En la adolescencia, cabe la posibilidad de perder el interés por la lectura, por lo que deberíamos proporcionar relatos conocidos a través de la pantalla, donde se identifiquen con el lenguaje, trama, e incluso la descripción de los personajes.
  • Con el acercamiento a los cuentos o narraciones, estimulamos el desarrollo de diversas funciones que serán la base de importantes aprendizajes posteriores. La literatura le permite al niño desarrollar la capacidad de escuchar, comprender, retener, analizar, adquirir léxico, ser más ágil mentalmente para interpretar diferentes situaciones, y ser creativos. Además, se relaciona lo oral con lo escrito, dando paso a la lectura como ejercicio posterior. Al mismo tiempo, la lectura abre camino hacia la escritura, es decir, al escuchar cuentos y ver imágenes, desarrolla en el niño el gusto y la necesidad de acercarse a la escritura.

En este proceso de adquisición de la lectura, debemos tener cuidado en no transmitir unos hábitos inadecuados, como pueden ser:

  • La regresión: volver atrás sobre lo leído antes de terminar el párrafo. Como consecuencia, se dificulta la comprensión lectora, perdiéndose la idea general.
  • Vocalización y movimientos físicos: realizar movimientos labiales o corporales distrae la atención y se pierde rapidez en la lectura.

En nuestra sociedad, existen diferentes espacios donde poder desarrollar el hábito a la lectura como son ludotecas, bibliotecas, cuentacuentos, revistas infantiles y juveniles, o actividades donde se les enseña la importancia de la lectura y un mundo mágico al que poder acceder.

Además, nosotros podemos llevar a cabo diferentes actividades o juegos en casa como puede ser imaginar o inventar el final de un cuento, anticipándonos al ofrecido por el escritor. También puede ser realizar una representación teatral al final de la lectura del cuento. Otra posibilidad es crear en el hogar un rincón atractivo, cómodo y tranquilo dónde el niño se sienta seguro para poder llevar a cabo una lectura relajada y crear un buen clima y hábito placentero, no siendo una obligación impuesta por el adulto.

Es muy importante respetar el ritmo de aprendizaje de cada niño, por lo que, si muestra alguna dificultad, es tarea nuestra el acompañamiento y aportación de estrategias para superar esas dificultades. No debemos presionar ni comparar a los niños, sino que debemos apoyarles en este proceso. La motivación es la base fundamental para la adquisición de los aprendizajes, por lo que resulta más sencillo el proceso si nos acercamos a los gustos e intereses del niño.